La esperanza de vida puede duplicarse en el siglo XXI

Guardado en: Artículos • Publicado el 10/01/2010 • 1 comentario

La comprensión de los mecanismos del envejecimiento ha avanzado considerablemente en los últimos 10 años, desvelando la multiplicidad e intricación de los factores biológicos, químicos, genéticos y ambientales implicados en este proceso. Mientras que han hecho falta cientos de años para duplicar la esperanza de vida, la posibilidad de una nueva duplicación a lo largo de este siglo ya no es impensable.

¿Podrá el Hombre vivir muchos siglos? Probablemente, responde muy serio un eminente científico americano. “Los investigadores han conseguido rejuvenecer células de la piel en el laboratorio y podemos invertir todo el proceso de envejecimiento del ser humano”, declaró el profesor de medicina Michael Fossel, de la Universidad del Estado de Michigan (Estados Unidos), durante una conferencia sobre la longevidad.

El Dr. Michael Fossel

El Dr. Michael Fossel

Estamos consiguiendo modificar la expresión genética, en el caso del tejido celular de la piel, podemos dar marcha atrás al reloj y hacer que las células viejas funcionen como si fuesen nuevas”, ha explicado. “La cuestión es, ¿puede hacerse eso en los humanos? La idea de que no podemos invertir el proceso en las células es falsa. Podemos hacerlo actuando sobre las secuencias del ADN que forman las extremidades de los cromosomas.”

Simplemente, no sabemos si eso será eficaz en el plano clínico. “Lo que hacemos es reprogramar las células para obligarlas a hacer lo que hacían cuando eran jóvenes. No las cambiamos, ni las modificamos, sólo las reprogramamos para que puedan hacer las mismas cosas que hacían decenios atrás.”

Si ponemos en hora nuestro reloj interno y recombinamos nuestros telómeros, no sabemos cuál será el límite. Personalmente, diría que será de algunos siglos, pero en realidad no sé nada”.

Teoría de los telómeros

Numerosas teorías intentan explicar el envejecimiento, pero la más reciente, la teoría de los telómeros, es ciertamente la que abre las perspectivas más fascinantes, como lo demuestran las sorprendentes afirmaciones de Michael Fossel, que se apoyan en esta teoría.

Los telómeros fueron descubiertos por los investigadores de Geron Corporation (California). Los telómeros son las secuencias de ácidos nucleicos que se encuentran al final de los cromosomas, conservando su integridad.

Cada vez que se produce una división celular, los telómeros se acortan, lo que finalmente conduce a la muerte de las células. La enzima de la telomerasa, que está presente únicamente en las células madre y las cancerosas, juega un papel clave en el mantenimiento y reparación de los telómeros, confiriendo así a las células una capacidad potencial de división infinita.

Los trabajos de Geron Corporation intentan, por una parte, reparar los telómeros de las células usadas para dejarlas como nuevas, y por otra parte, a inhibir la acción de la telomerasa en las células cancerosas, para impedirles que se dividan.

Los telómeros humanos están programados para reducirse alrededor de 100 pares de bases por división celular y, cuando la pérdida total alcanza muchos miles de bases, las células dejan de dividirse y entran en la senectud.

Nuevas vías de investigación

Tal como señalan Andrea Bodnar y sus colaboradores, la posibilidad de rejuvenecer las células humanas gracias a la telomerasa va a abrir nuevas vías en investigación fundamental y aplicada.

Recientemente, un equipo alemán ha conseguido establecer el mecanismo molecular que determina la longitud inicial de este telómero. Los investigadores alemanes han demostrado que los embriones de bovino y de ratones contienen un programa celular que, según la especie, fija a los telómeros una duración determinada.

Pero el envejecimiento es un proceso de una gran complejidad que no puede reducirse a la teoría de los telómeros y que implica a muchos factores genéticos y ambientales. Los investigadores acaban de descubrir al respecto el papel clave de un gen del ratón, denominado Sirt1, y de su proteina, que se activan en periodo de penuria incluso relativa y movilizan a las grasas contenidas en los tejidos adiposos, entrañando así efectos benéficos en términos de longevidad y de buena salud.

Estas investigaciones ponen de manifiesto que la longevidad del ser vivo depende mucho, en una medida todavía sin determinar, de un programa genético sensible a ciertas modificaciones del entorno.

Hay que recordar también otro estudio de la Universidad de Illinois en el que un ratón enano, genéticamente modificado con la finalidad de no responder a la hormona del crecimiento, había alcanzado una longevidad récord de cuatro años y once meses, lo que equivale a 200 años de la escala humana.

Lazos complejos

Estos resultados arrojan nueva luz sobre los lazos complejos que existen entre aportación calórica, repartición de azúcares y grasas en la alimentación, y la longevidad.  Se sabe desde hace algunos años que la restricción calórica puede prolongar la esperanza de vida de una gran variedad de especies animales, particularmente por la activación de un gen de longevidad llamado SIR2.

En caso de restricción calórica, este gen se activa y activa a su vez una proteína denominada Sir2, que tendría como resultado retrasar el envejecimiento. Señalemos finalmente un reciente descubrimiento sueco que revela un nuevo mecanismo vinculado al envejecimiento, situado en las mitocondrias, estas pequeñas centrales energéticas de la célula, situadas fuera del núcleo y que poseen su propio genoma. Esta investigación desvela un potente vínculo entre las mutaciones del ADN mitocrondial (ADNmt) y el envejecimiento.

Como se ve, la comprensión de los mecanismos íntimos del envejecimiento ha avanzado considerablemente en los últimos 10 años, al mismo tiempo que ha revelado la multiplicidad e intricación de los factores biológicos, químicos, genéticos y ambientales implicados en el proceso de senilidad.

Hoy, a la luz de todos estos recientes descubrimientos, ninguna persona se atreve a poner un límite máximo a la longevidad humana. Esta perspectiva entraña evidentes consecuencias sociales, económicas, éticas y políticas absolutamente considerables. Por ello debemos prepararnos desde hoy para esta mutación vertiginosa de la civilización.

Fuente: Tendencias Científicas – www.tendencias21.net

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