La imagen de las personas mayores en los medios de comunicación

Guardado en: Artículos • Publicado el 31/08/2015 • 2 comentarios

 

 Loles DÍAZ ALEDO  images

 Periodista  

 

La relación entre las personas mayores y los medios de comunicación no es la adecuada cualitativa ni cuantitativamente. A pesar de que son más del 17% de la población, su presencia es escasa y frecuentemente, inadecuada. La imagen que se difunde desde los medios no se ajusta a la realidad de los mayores españoles de hoy, ni refleja su pluralidad. 

Necesitamos más y distintas imágenes que muestren su presencia en todos los ámbitos de la vida; su condición de ciudadanos de pleno derecho; su papel como transmisores de valores y, en la actualidad, también como  “sustentadores” económicos de hijos y nietos y solidarios con las necesidades de la sociedad en su conjunto. Lograrlo es tarea que compete, en primer lugar, a las propias personas mayores, pero también incumbe a los medios de comunicación y a la sociedad en su conjunto.

A día de hoy, superada la primera década del siglo XXI, el envejecimiento demográfico es una realidad universal innegable. Europa tiene la mayor proporción de personas mayores de 65 años del mundo. España cuenta en la actualidad con más de siete millones y medio de personas de 65 y más años, casi el 17% de la población total, y un informe de Naciones Unidas avanza que, en el año 2050, será el segundo país más envejecido del mundo con un 33% de población mayor de 65 años.

¿Se está preparando el efecto que éste aumento de la población mayor tendrá, por ejemplo, sobre las ciudades y/ o  el medio rural? ¿Se están planificando los nuevos servicios que serán necesarios en un escenario distinto al actual que inexorablemente llegará? La respuesta es no. A día de hoy, no se está prestando suficiente atención a esta realidad que muchos estudiosos consideran tan importante y trascendente como pudo ser en su día, por ejemplo, la revolución industrial, o, más cercana en el tiempo, la revolución tecnológica.

El envejecimiento demográfico supone una transformación económica y social importante y es vital encontrar respuestas para los retos que plantea y soluciones que puedan hacer realidad el objetivo, tantas veces mencionado, de construir un mundo, una sociedad, para todas las edades.

La longevidad es una buena noticia a título individual, pero el incremento de personas longevas se presenta, cada vez más, como un problema, como una carga para la sociedad a pesar de que las organizaciones y movimientos de mayores y diversos organismos internacionales, insisten en señalar que las personas mayores no son el problema, sino parte de la solución. Que en lugar de ser una carga son, pueden ser, un recurso.

De una u otra forma, todo esto está relacionado con la imagen del envejecimiento y de la vejez que tiene la sociedad y en cuya generación y expansión corresponde un papel primordial a los medios de comunicación.

UNA IMAGEN ANCLADA EN EL PASADO

 Justo es decir que se constata, en los últimos años, un cierto incremento del interés social y periodístico de los asuntos relativos a la vejez y al envejecimiento, probablemente como consecuencia del aumento del número de personas mayores y del impacto que ello provoca en los sistemas sociales. Pero sigue siendo insuficiente. Los medios de comunicación deberían tener en cuenta a las personas mayores en función de su número y también de sus diferencias. Deberían mostrar los distintos modelos de ser mayor que coexisten en la actualidad y darles voz y visibilidad. Pero la realidad es que están poco presentes y que, cuando aparecen, la imagen más habitual es la de personas con la salud muy deteriorada, que viven con una pensión escasa y pasan el tiempo, pasivamente sentadas en un banco en el parque. Otras veces, son personas que no pueden valerse por sí mismas y por tanto necesitan ayuda o vivir en residencias u otro tipo de centros. En todo caso, con muchos años, muchos achaques, muchos recuerdos y ningún futuro.

En momentos puntuales, puede aparecer un grupo de mayores haciendo gimnasia en una playa o bailando (suele ser la imagen más frecuente para ilustrar una información sobre el programa de vacaciones del IMSERSO), alguna persona de edad avanzada que ha terminado una carrera universitaria, o  datos sobre alumnos de las universidades de mayores, o de quienes llevan a cabo tareas solidarias, presentado como si fuera algo excepcional y sorprendente.

Casi nunca aparece una persona mayor realizando tareas cotidianas como protagonista de su vida y junto a personas de otras edades. Pero, sobre todo, en los medios de comunicación se presenta una imagen homogénea: todas las personas por el hecho de ser mayores son iguales. Iguales en la inutilidad podríamos decir.

No hace falta dar muchos argumentos para explicar por qué ésta imagen de la vejez, del envejecimiento, no resulta atractiva sino mas bien todo lo contrario. En una sociedad que persigue la eterna juventud, etapa de la vida encumbrada sobre todas las demás, cuyas características son las que dan “valor” a la persona y en la que, en cambio, y a pesar de declaraciones interesadas hechas en momentos concretos, la experiencia, los conocimientos, la sabiduría acumulada con el paso de los años, no cotizan al alza.

CONSECUENCIAS DE LA DIFUSIÓN DE ÉSTA IMAGEN

 Este modo de actuar tiene consecuencias graves, pues no hay que olvidar que la realidad es una construcción social que se forma sobre todo en los medios de comunicación. Grave porque afianza una imagen antigua, sesgada, con predominio de aspectos negativos, que está en el origen de la marginación o exclusión que las personas mayores padecen en muchos ámbitos.

Cada vez que se les da un tratamiento informativo incorrecto, cada vez que son tratadas de forma espectacularizada y sensacionalista, se refuerza el estigma y se apuntalan los estereotipos. El estigma, palabra que quiere decir mancha, condición, rasgo o comportamiento que se adjudica a una persona o colectivo, genera una respuesta negativa por parte de los demás, fortaleciendo los estereotipos.

Es grave, también, porque muchas personas mayores han interiorizado esa imagen social predominante, por lo que se consideran a sí mismas como sin valor. Esa interiorización se advierte en hechos y actitudes en su vida cotidiana y se manifiesta claramente en el lenguaje y las expresiones que utilizan para referirse a sí mismas: “yo ya no valgo para nada”, “total si yo ya, para lo que me queda” y sabido es que el sentimiento de utilidad o de inutilidad está íntimamente unido a la dignidad, a la autoestima, al sentido de la propia vida. Esa imagen negativa sobre sí mismas es un freno para el envejecimiento activo y saludable de muchas personas mayores.

Es importante que cambie la imagen social del envejecimiento y la vejez, porque toda sociedad necesita también de la mirada, de la experiencia, del comentario sensato, de la opinión y la sabiduría de quienes han vivido más. Es necesario llevar al convencimiento de toda la sociedad, incluidas las propias personas mayores, que envejecer no significa solo pérdidas y riesgos, sino también compensaciones y logros. Dar valor a esta etapa de la vida como un tiempo de transformación y cambio, no únicamente de acomodación.

En mayo de 2010 se celebraron en Madrid, en la sede del IMSERSO unas Jornadas sobre personas mayores y medios de comunicación. El objetivo que se perseguía era hacer un diagnóstico de la situación de los mayores en los medios y tomar decisiones sobre qué hacer a partir de ahora. Estas son algunas de las opiniones vertidas en las ponencias y mesas de trabajo de las jornadas:

– Los mayores no “venden”. En los medios priman los jóvenes

– Las personas mayores están cada vez más presentes en la sociedad, cosa que no suelen recoger los medios de comunicación

– Los medios tratan a las personas mayores, especialmente a las mujeres, de forma distorsionada

– En el cine, el tratamiento es dramático o en forma de parodia.

– En la publicidad, los mayores representan la tradición.

– La forma adecuada de estar en los medios es junto a los demás y como los demás grupos de edad.

En julio de 2012, la Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Cataluña declaraba en una Carta Abierta firmada por su Presidente, D Mario Cugat:

Los mayores estamos cansados, muy cansados, por el hecho de que, todavía hoy, determinadas entidades, sectores sociales, medios de comunicación o publicitarios y otros sectores consideren a todas las personas mayores, sin excepción, como un sector necesitado exclusivamente de atenciones sociales de emergencia y prioritarias, cargado de problemas, envejecido, aislado e inútil”.

NUEVAS IMÁGENES PARA NUEVAS REALIDADES 

Necesitamos más y distintas imágenes de las personas mayores que reflejen su pluralidad. Es decir, que respondan a su presencia real en todos los ámbitos de la vida. A su condición de ciudadanas con todo lo que supone en cuanto al ejercicio de derechos y deberes, de participación social, cultural, política y que muestren sus aportaciones a la sociedad, solidarias o remuneradas, pero siempre socialmente útiles y valiosas. Imágenes en las que la edad sea un valor, no una pérdida y esto supone abandonar el edadismo, el paternalismo y la sobreprotección. Porque la edad es tan sólo un adjetivo, lo sustantivo es que son personas como las demás. Personas que transmiten valores y, en la complicada situación actual, que sirven de apoyo a hijos y nietos pues, en no pocos casos, su pensión es el único ingreso familiar. Personas solidarias y también reivindicativas de los derechos de los jóvenes y de quienes lo están pasando peor.

La tarea de crear y difundir estas imágenes corresponde, en primer lugar a las propias personas mayores. Si son protagonistas de su vida, con independencia de las limitaciones concretas que puedan tener -que por otra parte no son exclusivas de la edad- deben ser también ellas, individual y colectivamente consideradas, quienes creen esa imagen adecuada a su realidad. Porque cada persona mayor es un modelo en su entorno de una forma de cumplir años y de vivir el envejecimiento.

Conseguir que los medios de comunicación muestren la imagen plural de la vejez es una necesidad imperiosa. Pero no se logrará fácilmente. Es necesaria una reflexión profunda, un cuidado exquisito del lenguaje y una estrategia comunicativa. Y es básico huir del sensacionalismo y el morbo.  Y le incumbe a la sociedad en su conjunto. Las personas mayores forman parte de ella. No viven en un mundo aparte, sino junto a las demás y éste será su lugar hasta el final de su vida. Sin guetos ni espacios separados.

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Con el consentimiento de su autora Dña. Loles Diaz Aledo, hemos resumido su completísimo documento publicado en Junio 2013, y le recomendamos que lea la versión completa en PDF

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