Sabiduria Aplicada

Mucho más que víctimas

Por Laura Blanco (periodista)

Las mujeres que viven situaciones de conflicto son retratadas a menudo como víctimas impotentes, objeto de toda clase de abusos y humillaciones. Sin embargo, cuando termina la guerra, estas mismas mujeres se implican en las negociaciones de paz y se sitúan al frente de sus comunidades, desempeñando un papel fundamental en la reconstrucción de su sociedad.

En sociedades donde el hombre representa una autoridad muy fuerte, las mujeres se ven obligadas a hacerse cargo de sus familias, labrar las tierras, criar el ganado y pescar. Actividades para las cuales muchas no han sido preparadas y que su sociedad no acepta. En muchos países de África, Asia y Oriente Medio existen leyes civiles y religiosas que les prohíben la propiedad de la tierra o incluso la tutela sobre sus hijos, que pasan al cuidado del pariente varón más cercano.

También son ellas las que se preocupan por la salud de su familia y su comunidad, y las que en muchas ocasiones aprenden a prevenir enfermedades o a atender a los enfermos. De este modo, si se les brinda atención primaria de salud, mejorará la salud de todo su entorno.

Además de tomar las riendas de sus hogares, muchas mujeres pasan de llevar vidas relativamente apolíticas a convertirse en líderes de la reforma de sus sociedades.

Además de tomar las riendas de sus hogares, muchas mujeres pasan de llevar vidas relativamente apolíticas a convertirse en líderes de la reforma de sus sociedades. Es el caso de las mujeres que sobrevivieron al Genocidio de Ruanda, un enfrentamiento entre etnias que se saldó con la muerte de 800.000 personas y más de 200.000 huérfanos y viudas. Casi diez años después, los ruandeses ratificaron una nueva constitución que asigna a las mujeres un 30% de los puestos de toma de decisiones. La medida se inspiró en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, elaborada por Naciones Unidas.

Las elecciones parlamentarias de septiembre de 2003 fueron más allá de la cuota prevista, y las mujeres ruandesas lograron el 49% de los escaños. Se trata del porcentaje más alto de mujeres parlamentarias en el mundo, por delante de Suiza, en el que representan un 45% y muy por encima del promedio mundial de 15%. El caso de las mujeres ruandesas no es aislado: entre el año 2000 y el año 2002, se llevaron a cabo elecciones en 23 países en el África subsahariana, en las que se incrementó el número de mujeres en 14 parlamentos.

Durante la crisis de Liberia, las mujeres de la región del Río Mano —Liberia, Guinea y Sierra Leona— se unieron para formar la Red de Paz de Mujeres del Río Mano, MARWOPNET, en sus siglas en inglés.

Durante la crisis de Liberia, las mujeres de la región del Río Mano —Liberia, Guinea y Sierra Leona— se unieron para formar la Red de Paz de Mujeres del Río Mano, MARWOPNET, en sus siglas en inglés. Su presencia alcanzó tal repercusión que la Red fue invitada a las negociaciones de paz que tuvieron lugar en Ghana, y más tarde a ser uno de los firmantes del armisticio. Ahora, tras su regreso a Liberia, muchas de sus integrantes se presentarán como candidatas a cargos políticos. "Es crítico que las mujeres estén presentes en la mesa de paz y en el quehacer político de la posguerra", afirma Noeleen Heyzer, jefa del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).

Existen muchos ejemplos de mujeres que ejercen como pacificadoras en otras regiones del mundo. La semana pasada más de 700 mujeres venidas de diecisiete países distintos organizaron en Bogotá, Colombia, un encuentro internacional "Contra la Guerra", en el que intentaron buscar fórmulas para un mundo sin pobreza, sin violencia y sin desigualdades. Las Caravanas de Paz de Mujeres en este mismo país recorren los lugares más conflictivos de Colombia para protestar contra la guerra civil y negociar con las guerrillas. Al otro lado del mundo, en los puestos de control en Cisjordania, mujeres voluntarias israelíes observan a diario las acciones del ejército israelí, mientras que en Nepal, tratan de hacer oír su voz en las charlas de paz que se realizan actualmente entre el gobierno y los rebeldes maoístas. Su trabajo a menudo pasa desapercibido y no obtiene reconocimiento alguno.

Las mujeres sufren la guerra, pero muchas dejan de lado el papel de víctimas para sacar adelante a sus familias y esforzarse en construir una nueva sociedad. Mujeres que dan un giro radical a sus vidas y se adentran con determinación en la vida política y en los procesos de paz.

Por Laura Blanco (periodista)
Foto por Francisco González Pérez

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