Desarrollo personal: Tenemos un poder

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Tenemos un poder

En nuestra vida cotidiana estamos perfectamente acostumbrados a manejar varias fuerzas o vernos afectados por diversos poderes físicos que son y forman parte del mecanismo que mantiene en funcionamiento la vida. Son la electricidad, el magnetismo, la gravedad, el sonido, el calor y la luz. Si lo duda trate de imaginar alguna actividad laboral o de esparcimiento en su hogar o en cualquier lugar del mundo y encontrará alguna o varias de estas fuerzas operando a su favor o en contra.

Si duda de la eficacia de estas leyes universales de la naturaleza, suelte algún objeto de sus manos y verá que invariablemente la gravedad está en funcionamiento. Le sugiero que no intente evitar que la luz solar ilumine cada una de sus mañanas porque el magnetismo que mantiene a la tierra y al sol a la distancia adecuada y girando se lo va a poner muy difícil, es una ley universal persistente. Mientras llegue corriente eléctrica a su contador, verá que de manera constante, el aspirador o la radio se encenderán cada vez que pulse el botón. Son leyes inmutables y curiosamente invisibles. Si no las podemos ver ¿no será que nos lo hemos inventado o que es pura imaginación? Ciertamente no todo lo que existe es visible al ojo humano, como tampoco todos los sonidos son audibles para nuestro oído.

Todos esos poderes o fuerzas se pueden manifestar de varias maneras, unas veces con suavidad envolvente como la luz de un amanecer, el sonido de un arroyo o el lento deambular de la Luna en una noche clara. A veces de manera más brusca y amenazante como la caída del granizo o el aplastante calor del sol en un desierto y otras aún como verdaderos episodios de porte catastrófico como el sonido abrumador de un trueno o la caída de un meteorito. Todo ello y otros miles de ejemplos que podríamos encontrar en la vida cotidiana, están motivados por esas fuerzas o poderes.

Estos poderes de la naturaleza, desde la óptica de nuestras limitaciones humanas, tienen un alcance, una capacidad y fuerza prácticamente ilimitada, inabarcable. Sin embargo todos tienen también una característica en común, son poderes invisibles al ojo humano. Vemos solamente sus efectos y la consecuencia de su intervención sobre los objetos.

Si el universo y todo lo que existe y se mueve, está afectado por estas fuerzas invisibles, tal y como nos confirma la razón y las observaciones científicas, parece lógico establecer que los poderes invisibles no son, por definición, materia de superstición, elucubraciones fanáticas o inventos "new age", sino algo real, aunque no siempre visible ni tangible.

Hecha esta aclaración para poder utilizar el concepto de poder invisible sin ser tachado de gurú, predicador o charlatán, me propongo plantear algunas preguntas e incógnitas sobre otro poder que nos afecta de igual manera que los anteriores todos los días de nuestra vida. A falta de otra mejor definición, lo llamaremos el poder espiritual o si lo prefiere la capacidad espiritual. Si tengo ciertas reticencias a llamarlo así no es porque la definición sea inexacta, sino porque creo que ese poder espiritual está en todos los seres vivos, y a priori puede parecer complicado entender que los naranjos y las mariposas comparten con nosotros este tipo de poder o capacidad, aunque sea en una dimensión diferente.

Incluso quienes admiten que tenemos algún tipo de capacidad espiritual, muestran una actitud muy poco coherente hacia la misma. Me explico. Muchísimas personas se niegan a aceptar y utilizar la capacidad espiritual por el simple hecho de que no saben cómo funciona, de donde procede o de qué está hecha. La incoherencia reside en que cuando se trata de coches, aviones, televisores o reproductores de CDs todo el mundo está bien dispuesto a usarlos y aprovechar sus ventajas. Sin embargo el 95% de los usuarios de estos objetos no tiene la menor idea de cómo y por qué funcionan. ¿Le parecería normal ir a un aeropuerto y negarse a subir al avión hasta que alguien le explique por qué un aparato de varias decenas de toneladas de peso puede elevarse en el aire y mantenerse durante horas en vuelo? En otras palabras ¿Cree que hay que ser ingeniero aeronáutico para ir de un país a otro por el aire? Si no es necesario, ¿por qué tantas personas creen que hay que ser un místico o un gran filósofo para hacer su vida más feliz mediante el poder espiritual que todos poseemos, por más que no podamos explicarnos bien su modo de operar, igual que no sabemos explicar cómo funciona el mando a distancia?

Pruebe a dejar de utilizar todos los artilugios y aparatos cuyo funcionamiento no sabría explicar y verá de qué manera cambia su vida cotidiana. De acuerdo, no le voy a pedir que dé marcha atrás en su vida y se sitúe en el siglo XIX sin cajeros automáticos, satélites Meteosat, tarjetas de crédito, frenos ABS y otros tecnicismos que le facilitan su vida, pero tal vez sí que sería un ejercicio interesante que se propusiera anotar en una hoja en blanco (tal vez necesite cuatro o cinco folios) todo aquello que utiliza a diario y sin embargo no sabe explicar su funcionamiento. Después de hacer ese ejercicio tal vez no le parezca tan extraño añadir a esta larga lista otra cosa que posiblemente tampoco sabe cómo funciona, el poder espiritual. Mi intención, sin embargo, es que al final de esta lectura, tenga bastante información al menos para saber que lo tiene y de cómo sacar algún provecho a ese poder.

Para explicar mejor la idea podríamos decir que este poder espiritual es como una central generadora y alimentadora de otros seis poderes o capacidades más pequeñas a las que les proporciona el combustible para su funcionamiento cotidiano. Parece que no muchas personas son conscientes de tener a su disposición este generador o poder espiritual, aunque es evidente que casi todo el mundo conoce cómo les afecta los otros seis poderes o capacidades, que son:

  • La capacidad emocional
  • La capacidad mental
  • La capacidad vocacional
  • La capacidad física
  • La capacidad económica
  • La capacidad social

Tal vez exista, pero yo no conozco ninguna actividad humana, proyecto, preocupación o problema que pueda tener una persona, que quede fuera de estas seis esferas o ámbitos. En cualquier caso, creo no equivocarme al afirmar que estas son las seis más importantes.

El siglo XX, que está repleto de inventos, avances técnicos y descubrimientos que han revolucionado nuestras vidas, parece que uno de ellos, y de los más importantes, ha pasado casi desapercibido. Es posible que una de las visualizaciones más creativas y revolucionarias de la ciencia del siglo pasado haya sido que <strong>"el conjunto puede ser mayor que la suma de sus partes". Desde esta perspectiva, cuando hablamos de lo espiritual en el sentido científico, se trata de entender ese conjunto de nuestra realidad que es más grande que la suma de las partes físicas de las que estamos formados. Dicho de otro modo, nuestra realidad humana es mucho más que la suma de un hígado, dos riñones, un sistema nervioso, dos ojos, un estómago, dos piernas, dos brazos, un cerebro, etc.

Basado en el mismo razonamiento, el conjunto de esas esferas de la actividad humana es mucho más que la suma de las partes. Podríamos decir que, de alguna forma, la suma de este conjunto da como resultado algo muy superior que es el poder espiritual, aunque es mucho más porque en realidad las precede, las engendra y las nutre.

Para que se entienda mejor esta afirmación de la diferencia entre el conjunto y la suma de las partes, aporto dos ejemplos fáciles de comprender.

  • 1) Un diccionario es la suma de todas las palabras de una lengua. El idioma que hablamos, pensamos, escribimos y leemos es mucho más que un diccionario, cuya lectura no nos aporta ninguna idea ni emoción.
  • 2) Una hormiga individualmente no posee en su cerebro ningún registro o programa que le dicte cómo actuar, de qué manera construir su hogar, el hormiguero, o cuando procrear. Sin embargo el conjunto de los miles de individuos que componen el hormiguero actuando conjuntamente tiene reglas de comportamiento, sistemas de construcción y reconstrucción de daños causados y hasta conductas heroicas en las que unas sacrifican su vida para salvar a otras.

Tal vez debido a las connotaciones religiosas que muchas personas le atribuyen al término "espiritual" les resulte difícil entender que ese poder o recurso espiritual sea el auténtico motor que mueve todos los resortes de su vida y controla las decisiones que toma o deja de tomar a diario. Se trata de entender nuestro poder espiritual, que muchas veces se nos presenta entremezclado con creencias y prácticas religiosas. En vez de intentar describir o filosofar sobre el sentido de lo espiritual, ¿qué le parece si indagamos en su funcionamiento y planteamos alguno de sus efectos?

Vayamos por partes, y analicemos cada uno de esos seis poderes o capacidades, que seguramente nos parecen más reales porque los manejamos o nos manejan a diario y estamos más acostumbrados a bregar con ellos.

Algunos autores posiblemente definirían estas capacidades como recursos o incluso como tipos de inteligencia.

 

La capacidad emocional: Incluye todos los sentimientos y emociones que experimentamos a diario. Aunque muchos no están familiarizados con el poder emocional, se trata del poder más importante después del poder espiritual, del cual procede. Para muchas personas, las emociones son un misterio. Ignoran por qué las sentimos, qué las provoca, y qué clase de poder albergan en su interior.

Con el buen uso de esta capacidad emocional podremos soportar el esfuerzo que requiere cualquier proyecto, recuperarnos y aprender de los fracasos que nos aguardan a lo largo del camino.

Lo más difícil es orientar, dirigir y controlar las emociones o decidir cuando no debemos controlarlas. Más complicado todavía nos resulta elegir sentir lo que deseamos sentir al margen de lo que digan, lo que hagan o lo que suceda a nuestro alrededor.

Para la mayoría, lo normal es una vida al estilo “velero incontrolado”, pasando de una emoción a otra según sople el viento. ¿Se ha parado a pensar qué clase de dominio ejerce sobre sus propias emociones?

En el fondo, lo que determina nuestras emociones es el poder espiritual que subyace, por lo que afirmo que la comprensión de ese poder espiritual le permitirá rediseñar su paisaje emocional.

 

La capacidad mental: Incluye obviamente el cerebro y la mente consciente, pero también el subconsciente o mente inconsciente, y los diversos sistemas que dan soporte a las funciones mentales.

Esta capacidad puede ayudarnos, por ejemplo, a encontrar y elegir las metas adecuadas, así como a resolver problemas personales y conflictos sociales.

Resulta sorprendente observar la cantidad de mitos que han circulado y circulan aún sobre la incapacidad mental. Debemos desactivar esos mitos cuanto antes.

Al hablar del poder mental es imprescindible conocer qué es y cómo funciona nuestra inteligencia. A modo de anticipo, consideremos la definición que aporta el profesor Jose Antonio Marina:

"Llamo inteligencia a la capacidad de un sujeto para dirigir su comportamiento, utilizando la información captada, aprendida, elaborada y producida por él mismo." (Inteligencia Fracasada, pág. 16)

También es importante comprender la relación estrecha entre el poder mental y los poderes emocional y espiritual.

 

La capacidad vocacional: Abarca todo aquello a lo que nos dedicamos de manera prioritaria en un día cualquiera de nuestra vida. Puede ser su ocupación laboral si trabaja por cuenta ajena, su negocio personal, su afición principal, su dedicación profesional o sus responsabilidades primordiales, que incluye ser madre o ser padre.

Vivimos en una época de la historia en la que estamos desbordados por las oportunidades para crear literalmente lo que deseemos con esta capacidad vocacional, y sin embargo vemos pocas personas que sepan cómo salir de la inercia del siglo XIX: La mamá empresa o el papá estado me ha de asegurar y proporcionar un trabajo remunerado y si no es así pondré en marcha mis iniciativas y mi creatividad para poder denunciarlo y exigirlo. Una actitud que era aceptable y lógica hasta hace unas décadas, pero que no se puede justificar con seriedad, siglo y medio después.

 

La capacidad física: Se basa en el cuerpo físico y en todo aquello que afecta al cuerpo y a su salud. Se nos dice que la dieta, la nutrición, el ejercicio, el aire que respiramos, el agua que bebemos, el medio ambiente, el clima en el que vivimos y otros agentes externos afectan al cuerpo y a la salud. Aunque esto es cierto, también lo es que otras fuerzas invisibles procedentes de los poderes espiritual y emocional tienen igualmente un gran impacto en nuestro cuerpo y si no tenemos algún dominio sobre ellos, lo que hagamos con la dieta, la nutrición y el ejercicio no va a servir de mucho. Seguramente habrá oído decir a muchas personas que "sin la salud, lo demás no sirve para nada" para observar que a continuación ellos mismos dejan su capacidad física aparcada para dar prioridad a otras capacidades que creen más importantes. También conocerá personas que, por contra, han dado prioridad total a su poder físico, ya sea intentando mejorar su aspecto físico o recuperando la salud perdida o tal vez derrochada, pero sin entender cómo el poder espiritual afecta a su cuerpo, ni saber cómo hacer que su capacidad física esté “sintonizada”, por lo que, a pesar de sus esfuerzos y buenas intenciones, su poder físico rinde muy por debajo de sus posibilidades o simplemente no logra un equilibrio y una salud estable.

 

La capacidad económica: Incluye todo lo relativo al dinero, ingresos personales activos y pasivos, hábitos y destrezas para el uso adecuado del dinero o la carencia de las mismas, estrategias para invertir y para aumentar los ingresos o el nivel económico. Al margen de cual sea nuestra situación financiera o el nivel de bienestar que disfrutamos, padecemos o al que aspiramos, es inevitable nuestra dependencia de recursos materiales para nuestra subsistencia y la de nuestros familiares o los allegados que dependen de nosotros y prueba de su importancia es que le dedicamos prácticamente la mitad de las horas de nuestra vida.

Aunque nos parezca sorprendente, también hay aspectos inmateriales en el aumento o mejora de nuestros ingresos, bienes y recursos. También el poder espiritual está conectado a la capacidad económica.

En torno al dinero y la cantidad que deseamos obtener también existen muchos mitos que mantienen a la mayoría de las personas esclavizadas por un puesto de trabajo, por la supuesta seguridad y alejadas de la libertad financiera. Uno de esos mitos es que no hay suficiente dinero para todos y que por tanto debemos competir por obtener una parte importante, cuando en realidad hay suficiente para que todos, absolutamente para que todos gocemos de la prosperidad.

 

La capacidad social: Comprende a todas las personas con las que nos relacionamos, sea de manera profunda o superficial, y todos los estratos intermedios, ya sea en nuestra vida laboral, o privada. La relación entre las personas es lo que mueve el mundo. Sin relacionarnos o interactuar unos con otros no ocurriría nada, ni bueno ni malo. Tenemos que descubrir la fuerza invisible que procede de nuestra capacidad o poder espiritual y que determina quien entra y quien sale de nuestra vida, cuando entran y cuando salen. Esta capacidad nos permitirá tender lazos afectivos cordiales con los demás.

El siguiente gráfico nos puede ayudar a visualizar y tal vez retener mejor la idea del poder espiritual como eje o centro de gravedad de nuestra vida y los demás poderes, facultades o capacidades como fuerzas circundantes y dependientes del poder generador fundamental.

El poder espiritual en nuestra vida

Para completar la imagen real de esta metáfora visual, habría que añadir las conexiones que se entrecruzan desde cada esfera a todas las otras y que determinan que lo que ocurra en una de ellas afecte a las otras.

De estos centros o capacidades, podemos diferenciar tres de ellas que son el origen de la mayoría de nuestros problemas: El físico y su aportación de problemas y complicaciones de la salud o de nuestra auto imagen, el económico que se encarga de ponernos en apuros a final de mes y nos impide progresar como quisiéramos y finalmente el social, con el consabido aporte de conflictos con compañeros, jefes, familiares y amistades. Sin embargo además de problemas, apuros y conflictos también están ahí para aportar soluciones, bienestar y satisfacciones cuando funcionan en buena armonía con los otros tres poderes, el emocional, mental y vocacional.

Continuando con los seis poderes o capacidades citados, ya he comentado que están intercomunicados o enlazados y por tanto, cualquier cosa positiva o negativa que ocurra en cada uno de los, llamémosles, "compartimentos" afecta a los otros. Hablando de metáforas, podemos recurrir a imaginar que estas seis capacidades citadas son depósitos que se han de cargar con el combustible procedente del poder primordial que es el poder espiritual y que en cierto modo, por el hecho de la intercomunicación, actúan como vasos comunicantes. Aunque son capacidades independientes, cuando uno de ellos se vacía por alguna pérdida o descuido, provoca a continuación una merma en los otros cinco. Y también a la inversa, cuando “abrimos el grifo” del combustible espiritual, se van llenando por igual todos los recipientes, y entonces tenemos todas esas capacidades: emocional, mental, vocacional, física, económica y social a pleno rendimiento para proporcionarnos una vida con un propósito, para ver con claridad cual es nuestra misión y con toda probabilidad seguir el sendero de la plenitud y la felicidad. Recuerde esto, la felicidad no es un destino sino un camino.

Antes de seguir adelante con la idea del poder espiritual y sus poderes o capacidades dependientes, es necesario aclarar algo sobre el poder en general, puesto que esta palabra evoca muchos significados y algunos contrapuestos. Los especialistas en educación infantil afirman que todo lo que hace un niño nada más nacer y durante los primeros meses de su vida es intentar lograr el poder o dominio sobre sus padres o personas más cercanas. Parece que muchos no abandonan este empeño ni siquiera en su madurez y luchan desesperadamente por lograrlo sin reparar en medios para detentar el poder sobre un pueblo o una nación. Seguramente le resultan conocidos otros ejemplos más cotidianos en versión empresarial o familiar.

"El poder, tal como se entiende tradicionalmente, significa reducir las posibilidades de los demás para conseguir que hagan lo que el poderoso quiere... El poder es decente cuando no limita las posibilidades del otro sino que las amplía." (J.A. Marina y Nativel Preciado: Hablemos de la vida, pág. 147

Hecha esta aclaración, debe quedar claro que pretendemos hablar de un poder decente que, no solamente amplíe nuestras propias posibilidades sino también las de quienes nos rodean o la de todos aquellos a quienes podemos llegar e influir que hoy día no son pocos. Hablamos pues del poder como capacidad o facultad que nos permite crecer y avanzar nosotros mismos y de ayudar a que los demás lo hagan a la par.

El diccionario Webster define el espíritu como:

"El principio animado y vital; lo que da vida al organismo físico en contraste con sus elementos materiales; el soplo de la vida".

También nos puede ayudar a entenderlo el hecho de que realmente y en el sentido más literal no es correcto decir o pensar que "tenemos un cuerpo" sino mas bien que "somos un cuerpo". La acción de tener se entiende cuando puede producirse en afirmativa y en negativa: tengo una casa o no tengo una casa, pero como no podemos decir "no tengo un cuerpo" lo contrario en afirmativa tampoco es razonable. En cambio es mucho más coherente la afirmación "soy un cuerpo". Está claro que un día dejaré de ser un cuerpo, pero mientras estoy vivo soy un cuerpo. En todo caso si insistiésemos en usar el verbo tener, estrictamente hablando sería más exacto decir que mi cuerpo me tiene. También cabría plantearse si es más exacto decir que somos un cuerpo dotado de espíritu o en realidad es más exacto afirmar que somos un espíritu dotado temporalmente de un cuerpo.

"Los seres humanos somos esencialmente espirituales porque sentimos la necesidad de preguntarnos cuestiones fundamentales o sustanciales. ¿Por qué nací? ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Por qué debo seguir adelante cuando me siento cansado, deprimido o frustrado? ¿Qué hace que todo esto valga la pena? (...) Deseamos ver nuestras vidas en un contexto más amplio y significativo (…) deseamos algo a lo que podamos aspirar, que nos lleva más allá de nosotros mismos (...) La necesidad de que las cosas tuvieran sentido, dio paso a la imaginación simbólica, a la evolución del lenguaje y al extraordinario crecimiento del cerebro humano" (Danah Zohar y Ian Marshall: Inteligencia Espiritual, pág. 20)

Aunque resultaría muy fácil recurrir a centenares de citas y argumentos que confirmen tales afirmaciones desde el ámbito religioso, insisto en que lo espiritual también puede defenderse y explicarse desde otros ángulos. Es bien conocida la afirmación de que el intenso sentido espiritual de Einstein emanaba de la emoción que le producía el orden y la armonía del cosmos y siempre le molestó que le considerasen ateo. En una ocasión afirmó:

"Al intentar llegar con nuestros medios limitados a los secretos de la naturaleza, encontramos que tras las relaciones causales discernibles queda algo sutil, intangible e inexplicable. Venero esa fuerza que está más allá de lo que podemos comprender" (Max Hammer: Einstein and Religión)

En otra ocasión Einstein escribió en una carta:

"Las leyes de la naturaleza manifiestan la existencia de un espíritu enormemente superior a los hombres... frente al cual debemos sentirnos humildes"

 

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