Envejecer es un error

Guardado en: Artículos • Publicado el 25/07/2009 • 7 comentarios

El Dr. Deepak Chopra afirma que «envejecer es un error». En realidad, envejecer puede ser peor que un error, puede ser una catastrofe para nuestro cuerpo, pero no necesariamente debe ser así. Para la mayoría de las personas envejecer es aún sinónimo de una reducción en la calidad de vida que hace que aparezcan las llamadas «enfermedades de la vejez» como el cáncer, el Alzheimer y la artritis.

Permitirse envejecer y enfermar no es una elección prudente, sino un error. Todas las enfermedades, incluso un simple resfriado, acelera el envejecimiento y da lugar a otras enfermedades. Cuando eso ocurre, nuestros médicos habitualmente aplican a esas dolencias tratamientos que generan más envejecimiento y más enfermedad, en un círculo vicioso que debemos aprender a romper.

Para disfrutar de una vida larga y saludable es esencial aprender a prevenir y a frenar el proceso de envejecimiento y las enfermedades. Afortunadamente, no es un aprendizaje difícil. Con un pequeño esfuerzo por nuestra parte, cualquier persona puede estar más sana y biológicamente más joven.

No podemos controlar ni detener la edad cronológica, el reloj no se detiene, pero sí podemos tener controlada nuestra edad biológica y también la edad psicológica. Es perfectamente posible tener 66 años y tener las arterias de una persona de 30. Esto es ya una realidad en muchas personas que se lo han propuesto y está practicamente al alcance de cualquiera. Envejecer es un error que no estamos obligados a cometer.

Una mirada a la historia nos permite ver cómo los Hunzas, un pueblo de las montañas del extremo norte de la India, han vivido más allá de los cien años como personas vigorosas, robustas y saludables sin otras dolencias que algún constipado y poco más, por lo que sabemos que eso es posible. Para que nosotros consigamos ese estado de salud en edad tan avazada tenemos que aprender a evitar el envejecimiento y la enfermedad. Eso sólo es posible, si aprendemos a prevenir y frenar la inflamación. En realidad, no existe más que una enfermedad que podemos denominar disfunción celular (mal funcionamiento de las células) y una disfunción común a todas las enfermedades crónicas es un proceso que llamamos inflamación. Sea cual sea la dolencia que padezcamos, la parte más importante del problema es la inflamación. Si aprendemos a evitar o detener ese proceso de inflamación estaremos aprendiendo a detener el envejecimiento y a mantener una salud permanente.

En principio, la inflamación es un proceso natural y saludable. Si por descuido nos hacemos un corte en un dedo, el cuerpo pone en marcha de forma inmediata un proceso de inflamación que neutraliza los micro organismos dañinos, ayuda a reparar la herida y elimina los desechos que ha producido ese corte. La inflamación (como el estrés) es muy necesaria en momentos concretos pero se convierte en algo muy nocivo cuando se convierte en crónico. La inflamación crónica genera radicales libres de manera permanente que superan la capacidad de nuestras defensas y dañan el ADN, acelerando el envejecimiento y dando paso a diversas enfermedades que van desde cardiopatías, cáncer y diabetes a osteoporosis, artritis, alergias, Alzheimer, así como varios tipos de infecciones.

Es lamentable observar que más de la mitad de la población sufre las consecuencias de la inflamación crónica. Se multiplica el número y el tamaño de los hospitales y cada vez están más llenos de pacientes. Más de la mitad de las personas que han cumplido los 50 están sometidos a un envejecimiento rápido y prematuro y la gran mayoría padece alguna enfermedad diagnosticable como crónica.

La pregunta es ¿qué produce la inflamación? La población occidental y cada vez en mayor medida tambien la población española, a pesar de nuestra envidiada “dieta mediterranea” sufre procesos de inflamación a causa de nuestros habitos alimenticios. Nuestra dieta o el tipo de alimentos que ingerimos carece de nutrientes que ayuden a prevenir y controlar la inflamación, mientras que es rica en componentes que la favorecen.

La siguiente pregunta importante es ¿cómo frenar ese proceso inflamatorio? Para plantearlo de forma breve se trata de evitar o reducir al máximo los tres grandes enemigos: el azúcar, la harina blanca y los aceites o grasas procesadas. Para un buen número de personas habría que añadir un cuarto enemigo importante que son los lacteos.

Estos llamados “productos alimeticios” son pro-inflamatorios, por lo que resultan los mejores colaboradores del envejecimiento y las enfermedades y así mantienen los hospitales llenos y hacen subir las acciones de la industria farmacéutica.

Aunque nos suene extraño, el hecho es que el azúcar y la harina blanca son venenos para el organismo. Unos venenos que nuestro cuerpo aprende a tolerar, pero que ponen en marcha el proceso inflamatorio. Ignorantes de este peligro, los españoles consumimos un promedio de 30 kilos de azúcar y 72 kilos de harina por año. Ambos productos aumentan los niveles de azúcar en la sangre. Si consideramos que incluso un pequeño aumento de ese nivel genera radicales libres que producen inflamación, nos daremos cuenta del esfuerzo inutil que añadimos a nustro organismo al favorecer las condiciones para que aparezcan diversas enfermedades y puesto que la mayoría de la población ingiere estos venenos a diario en forma de pan, pasta, cereales para el desayuno, galletas, pasteles, bebidas, refrescos y dulces de todo tipo, la enfermedad es la industria de crecimiento más rápido.

Las grasas y aceites hidrogenados utilizados en miles de productos que compramos en el supermercado contienen un exceso de ácidos omega-6 que también provocan la inflamación crónica. Sin embargo son los omega-3 los que reducen el proceso inflamatorio. Historicamente, los humanos solíamos consumir más o menos la misma cantidad de estas diferentes grasas y aceites, que nos mantenían en un equilibrio saludable. Pero hoy consumimos unas 20 veces más grasas con omega-6 que con omega-3. Las carnes de vacuno de animales alimentados con grano, los pollos e incluso el pescado de piscifactoría también contienen proporciones excesivas de omega-6. Al no detener el proceso de inflamación, este se convierte en crónico y la aparición de alguna enfermedad es sólo cuestión de tiempo. Por ello es de extrema importancia consumir grasas y aceites saludables.

Aunque Aristóteles fue un gran filósofo, no tenía los datos que hoy están a nuestro alcance, por esa razón afirmó que “la vejez es la última etapa de la vida humana y podría considerarse como una enfermedad natural”. Lo lamentable es que muchos profesionales de la medicina acepten este planteamiento como veraz en el siglo XXI y peor aún, que la medicina intente sacar partido y beneficios de la llamada “industria de la enfermedad”. La verdad es que, como afirma Jorge Wagensberg “no hay nada menos fiable que una verdad que no cambia”

Hoy sabemos que llegar a los 120 años con salud es una realidad al alcance de la mayoría de nosotros. Rechazar esa posibilidad es derrochar la vida de una forma poco inteligente.

Javier González Martín
Autor del libro «Envejecer es bueno para la salud» (Erasmus Ediciones, 2009)

Comentarios

  1. Pingback: Charla de F. Javier González en la Cámara de Comercio de Mallorca | Cultura Pollensa, Mallorca

¿Quieres hacer algún comentario sobre este tema?
Por favor, utiliza el siguiente formulario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.