¿Hay un secreto para la longevidad?

Guardado en: Artículos • Publicado el 26/07/2009 • 2 comentarios

La sociedad occidental nos educa, condiciona y adoctrina desde la infancia para que busquemos las respuestas a las preguntas más complicadas fuera de nosotros mismos. El secreto para la longevidad no es una excepción y millones de personas llevan siglos buscando ese hipotético elixir de la eterna juventud, que ha dado argumento a tantas obras literarias y cinematográficas, desde Fausto hasta Selene y Endimión o el personaje mitológico Gilgamesh.

El mito de la eterna juventud es bastante antiguo pero va adaptándose a los tiempos. El propósito de mantenerse joven es una obsesión que lleva muchos siglos acuartelada en la mente humana. Hasta cierto punto es normal, porque a la juventud se le atribuye un buen estado de salud y el disfrute máximo de todas las capacidades físicas, especialmente la sexual. Estas nociones tienen más de mito que de realidad, pero con ellas hemos sido educados. No queremos envejecer porque todos los mensajes que nos llegan sobre esa etapa de nuestra vida son negativos. En consecuencia hacemos una interpretación apática de nuestra vida a partir de los 65 años y con esa disquisición averiguamos la manera de evitarla, hacerla invisible a los ojos y a la mente, no queremos pensar en ella, ni hablar de ella y cuando su llegada es inminente buscamos la manera de maquillarla y ocultarla.

La eterna juventud no es sólo una quimera, es además una fantasía o deseo poco inteligente. La juventud no es más que una etapa corta de la vida que además transita velozmente y la juventud no sólo no puede ser eterna, ni alargarse más allá de su espacio de tiempo natural, sino que en el fondo es una de las épocas menos fructíferas, más estresantes y en la que se somete al cuerpo a los mayores riesgos, abusos y excesos por los que más adelante, en la madurez y en la vejez, pagamos un alto tributo en pérdida de salud y calidad de vida. La alternativa a esa fantasía irreal es el objetivo inteligente de alargar sustancialmente la vida saludable.

Efectivamente, existe un secreto para la longevidad pero tenemos que aprender a cambiar nuestra óptica y comenzar a mirar hacia dentro de nosotros mismos, lo que nos llevará a cambiar nuestra forma de pensar y con un nuevo paradigma mental encontraremos no precisamente la eterna juventud, sino una vida larga llena de satisfacciones, goce, ilusión y ganas de vivir y disfrutar con salud hasta más allá de los 110 años. Ese objetivo no se puede definir como alargar la juventud, ni volvernos jóvenes ni sentirnos más jóvenes. Es alargar sustancialmente el periodo de la vejez y aprovecharlo como una de las épocas más atractivas de toda nuestra vida, dando un vuelco a la forma de pensar que ahora prevalece, un giro copernicano desde el actual desprecio y temor a la vejez, a un periodo de unas tres o cuatro décadas, desde los 70 a los 100 o los 110 años con la salud bien controlada, una mente activa y bien equilibrada y unos cuantos proyectos por realizar, así como una percepción de la muerte que no esté basada en los tradicionales mitos y creencias orientadas hacia el temor.

El elixir de la eterna juventud existe pero está escondido en el único lugar  donde a nadie se le ocurre buscar, que es nuestro interior.

F. Javier González Martín

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